Cierto es que la celebración de las Doce Noches Sagradas puede relacionarse más con el celtismo nórdico. Sin embargo, a quienes nos atrae la tradición, nos gusta considerarlo como originalmente parece que fue, independientemente de cultos.
Parece ser que en la tradición celta, la víspera del solsticio de invierno, se empezaban los festejos. Preparándonos para la noche más larga del año, encendíamos una hoguera, con un buen tronco (siempre usando la madera más abundante en la zona, pero generalmente era de pino o roble) y así ayudábamos al Sol a tomar fuerza suficiente para volver a iluminar nuestros días durante cada vez más horas.
Este tronco no se apagaba durante doce días y doce noches. Se mantenía la vigilia necesaria para que se mantuviera encendido durante ese tiempo. La víspera al 1 de Enero, se dejaba apagar y se repartían las cenizas, o pedazos de tronco quemado, que se llevaban a las casas. Estas cenizas protegían las cosechas, las casas y a sus moradores, durante todo el año por venir, hasta la siguiente víspera de solsticio en que se entregaban a la Tierra y se renovaba el ritual.
Se cree que eran doce las noches y los días, para simbolizar cada uno de los meses del año, aunque realmente el 'calendario' celta es de trece lunas, trece meses, y es probablemente esa la razón por la que la víspera del día 1 de Enero el fuego no se apagaba, se dejaba arder lo que durara de ese último día.
Poco a poco, el tiempo y las costumbres se fueron adaptando a nuevos tiempos y nuevas costumbres, y así pasamos de celebrar 12 noches, a celebrar 12 horas la misma noche del solsticio.
Después pasó de ser un tronco de un árbol, a ser una hoguera más modesta. Más tarde ya no fue una hoguera, fue un árbol al que se le colocaban velas encendidas.
Y finalmente terminó siendo un árbol (a veces de plástico) con luces eléctricas encendidas.
Hoy es un poco complicado mantener una fogata de un tronco de roble o pino encendida durante doce días y doce noches, por eso quienes disfrutamos celebrando la rueda anual celta buscamos alternativas que nos acerquen a aquella fiesta, con aquel significado.
Si os apetece celebrar Yule os recomiendo tener una velita de té encendida en una zona segura de la casa y en un portavelas, durante doce días y doce noches (con vigilancia, si puede ser).
Esta vela será nuestra contribución a que el Sol salga con fuerza de nuevo. También será una luz para nuestro nuevo año.
Si Yule es una época de recogimiento y espera atenta, estos doce días/noches son especialmente importantes, pues empieza a renovarse la energía del Sol y con ella la energía de la Tierra. Por tanto nuestros pensamientos, actitudes, palabras, acciones, etc. de estos días serán especialmente importantes y estarán muy cargados de energía para el resto del año. Marcarán nuestra Rueda, por así decirlo.
Así que procura ser muy consciente de lo que haces, cómo lo haces, por qué y para qué lo haces. Piensa qué quieres en este año, cómo quieres vivirlo, y vive de este modo durante estos doce días ... por lo menos.
De las doce noches, la más importante es la última. En esa última noche se suele hacer un juramento, o propósito firme, de tener la fuerza para que lo deseado y vivido en las noches anteriores se materialice durante todo el año. Sería la 'versión original' de los buenos deseos de Nochevieja.
A disfrutar de Yule, las Doce Noches y los Trece meses que se avecinan.
PS:
A pesar de ser Doce días y sus noches, suelen llamárseles Doce Noches. Y dado que son las noches los momentos en los que el fuego se puede disfrutar quizás aún más, y que es cuando el Sol necesita más luz para volver a salir, es una tradición bella para continuar.
Siendo la Rueda, de trece meses lunares, algunas personas mantienen la fogata, vela, etc. encendida el día 1 de Enero también.
Tú decides!