En Yule (rueda) los pueblos celtas, tan ligados a los
cambios y ritmos de la naturaleza, celebraban el
nuevo resurgir de la luz y el declive de la oscuridad, y la fiesta se
prolongaba durante 12 días. Hoy esta celebración está relacionada con el Solsticio de Invierno.
Este momento pone de manifiesto la
perfección del Universo, el equilibrio existente entre luz y oscuridad, y
es un símbolo de esperanza que nos ayuda a comprender que tras cada fin
siempre hay un comienzo nuevo.
Todas las hojas han caído, la naturaleza duerme, es el momento de mayor
oscuridad antes de que la luz regrese, es el renacimiento del Padre Sol , la primera chispa de esperanza que emerge de la más profunda
oscuridad. Es un momento de espera. De recogimiento y meditación.
Se necesita tiempo para despertar a un nuevo ciclo después de la muerte (Samhain). La vida espera bajo la tierra el momento de renacer.
Yule es un momento propicio para meditar sobre la oscuridad. Es un tiempo de espera atenta en el que podemos observarnos a nosotros mismos y descubrirnos. Celebramos la esperanza del renacimiento confiando en que después de la fase de mayor oscuridad renacerá la vida que duerme bajo la tierra.
Se necesita tiempo para despertar a un nuevo ciclo después de la muerte (Samhain). La vida espera bajo la tierra el momento de renacer.
Yule es un momento propicio para meditar sobre la oscuridad. Es un tiempo de espera atenta en el que podemos observarnos a nosotros mismos y descubrirnos. Celebramos la esperanza del renacimiento confiando en que después de la fase de mayor oscuridad renacerá la vida que duerme bajo la tierra.
Tradicionalmente durante este festival se dice que los muertos vagan por la tierra con su séquito. Odín es
el líder, cargando a través del cielo en su caballo
de ocho patas, Sleipnir. Es por esto que se tenía muy en cuenta a los muertos, muchos de ellos eran de hecho, muy bienvenidos a la fiesta de
Yule: es particularmente importante darles su
comida, cerveza, y quizás tabaco. Pero sobre todo, se
creía que los muertos regresaban a visitar a su familia y sus viejas
casas, y para ver que todos se esté haciendo debidamente; y la gran preocupación era que se viera que todo era de su satisfacción.
Durante el siglo IV, el Papa Julio I decidió superponer la celebración de la Navidad cristiana a los antiguos ritos del Solsticio para facilitar el tránsito de la Antigua Religión al cristianismo. Por este motivo la Navidad, antes sin fecha de celebración determinada, fue instaurada en el veinticinco de diciembre; y por esto, muchas de las tradiciones comunmente asociadas a la Navidad tienen sus raíces en los ritos de Yule.
Otra tradición es la del Tronco de Yule. Se trata de un tronco de árbol, habitualmente pino o roble, que se transporta hasta el hogar familiar para hacerlo arder durante las celebraciones del Solsticio. Se dice que las cenizas del Tronco de Yule protegen la casa del mal y proporcionan suerte y abundancia, pero para ello debe arder, al menos, durante doce horas ininterrumpidas.
Esta fogata de 12 horas era la consecuencia de los originales 12 días que duraban los festejos de Yule (desde la víspera del solsticio hasta el día 1 de Enero) en los que se mantenía ardiendo un fuego que se iba alimentando, para así atraer y facilitar la llegada y el crecimiento de los días más largos.
El moderno Papá Noel, es también una figura tomada del
paganismo, poseedor de características propias de Cronos, Thor, Odín, el
Abuelo Hielo ruso, y el apalpador gallego (un gigante, de profesión carbonero, que por las fiestas de Navidad
bajaba de la montaña lucense para visitar a los más
pequeños y comprobar si estaban bien alimentados, palpándoles la barriga. Entonces les dejaba de regalo unas castañas calientes).
También es tradición de Yule venerar a las Tres Madres, son las ancianas Visitadoras de niños a quienes les era
consagrado cada nacimiento, en especial si el nacimiento era en la noche del solsticio de
Invierno (nacimiento del Sol) Las amas de
casa, en las noches sagradas, tenían como deber disponer la mesa para
ellas con viandas. Se las llamaba
también las “Perchten” (luminosas), y las “Grandes Consejeras”. Es
posible que sus características de sabiduría, poder de concesión de
dones y trinidad, a las que se añade la fecha de su festividad
principal, hayan sido desplazadas hacia los “Magos de Oriente”, de
quienes en principio se desconocía el número, para pasar a ser los “Tres
Reyes”. A su vez, el origen de estas Tres Madres, se remonta al culto a las
Matronae, divinidades femeninas, germánicas y celtas representadas en numerosos altares votivos y piedras gravadas, en toda la región del bajo
Rin, en Inglaterra, Francia, Italia e incluso España, con rasgos comunes y de época pagana. Bastantes de estas figuras se agrupan en lugares de
culto, sin tener un paralelo en la religión romana.
Las matronas suelen tener nombres que hablan de sus poderes; unas
atorgaban bienes materiales, otras sabiduría (y magia), otras sanación,
otras protección, otras tenían a su cargo una región, o unos individuos
concretos (con el devenir del tiempo algunas se convirtieron en
espíritus tutelares, de una familia o clan).
Están también relacionadas con la imaginería de la “Diosa Triple”, el grupo
formado por la anciana, la mujer casada en edad fértil, y la joven
soltera.
La tradición de besarse bajo el muérdago
tiene sus raíces en esta antigua celebración. Se consideraba el muérdago
como la más mágica de todas las plantas y por ello se creía que
proporcionaría felicidad a las parejas que se besasen bajo su
influencia, puesto que además, se lo tenía por afrodisíaco.
La corriente de Yule acaba en la “Duodécima Noche”, que era la noche víspera al 1 de enero (la cuenta comienza el 20 de Diciembre). Por ser el primer día tras la celebración del nacimiento del Sol, lo que se hace y se dice este día fijará el año por
venir. Ninguna invocación o juramento es más poderoso que el llevado a cabo en
medianoche en la “Duodécima Noche”. Conviene en esta noche (la Nochevieja cristiana en la que se piden deseos y se hacen propósitos para el año nuevo) realizar el juramento para que proporcione la fuerza necesaria para cumplirlos.
Más tradiciones:
- Inciensos: Pino, enebro, cedro y mirra.
- Colores: rojo, verde, dorado, blanco y plateado.
- Bebidas: vino condimentado con especias, puede ser sidra condimentada con canela, té de hibisco y jengibre,...
- Hierbas: Acebo, Muérdago, Hiedra, Laurel, Cedro, Enebro, Romero, Pino, Naranjas, Nueces, Limones y palitos de canela alrededor del árbol de Yule
- Comida: nueces y frutas como: naranjas, nueces, limones, canela, castañas, manzanas, peras,...
- Tradiciones: Decorar el árbol de Yule, quemar el tronco de Yule, hacer coronas para la protección de los hogares.
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