Cuando trabajamos a nivel consciencial (de consciencia, no de conciencia) solemos comenzar por buscar qué hay 'mal' en nosotros.
Lo siguiente suele ser, buscar las causas, los porqués de eso 'malo' que hemos encontrado. Y suele ser habitual que esas causas terminen en un origen externo.
Pues bien, no hay nada 'malo' en nosotros, absolutamente NADA. Esto no quiere decir que no haya aspectos que se pueden tratar de mejorar, ni que continuemos repitiendo un patrón que nos hace sufrir. Significa que, todo lo que somos es el resultado de elecciones y acciones pasadas que nosotros mismos hemos tomado. Con toda la sabiduría de la que disponíamos, en un determinado momento, hemos hecho una elección, hemos llevado a cabo una idea, y siempre lo hemos hecho con la creencia de que 'eso' era lo mejor que podíamos hacer, a veces para nosotros otras veces para los demás. Quizás sus consecuencias ahora, sin embargo, nos estén haciendo sufrir.
Entonces podemos ir a buscar el origen de aquello que nos hace sufrir.
El sufrimiento siempre es nuestro, es personal. Así, aunque en apariencia nuestra pena venga de fuera, siempre, en última instancia, su germen estará en nosotros.
Si somos capaces de integrar esto en nuestro día a día, dejaremos de culpar a los demás y tomaremos las riendas de nuestra vida. Pasaremos a ser nosotros los responsables de lo que en ella ocurra, de lo que nos gusta y de lo que no nos gusta... de todo.